El trastorno de pánico de Eva se convirtió en depresión en 2018. Al principio no quería aceptarlo, luego se dio cuenta de que necesitaba ayuda.
Durante 3 años, los médicos le recetaron antidepresivos, sedantes y mejoradores del estado de ánimo. Todavía no podía dormir y su estado era inestable. Intentó reducir la medicación varias veces, pero luego los síntomas de depresión se intensificaron. Ella no vio una salida. Luego, por casualidad, se enteró de una solución alternativa y pudo dejar de tomar la medicación en 4 meses. Ahora está feliz porque siente que ha recuperado su vida.