Después de dos grandes duelos hace 6 años, comenzó a tomar sedantes que con el tiempo se convirtieron en una adicción grave. Casi de la noche a la mañana logró dejar este hábito después de sufrir dos operaciones de hernia espinal.
Hasta ahora, caminar le resultaba muy doloroso, incluso con un andador. Ahora, para su gran alegría, ya no siente ningún dolor y ya no necesita usar el bastón. Se siente rejuvenecida, más feliz y más tranquila.